No nacemos como una página en blanco en blanco. En los genes de nuestros padres, abuelos y parientes lejanos, heredamos un perfil general de personalidad, es decir, ciertos rasgos temperamentales. Los psicólogos dicen que son precisamente estas diferencias de temperamento las que a menudo causan problemas familiares. Es por eso que vale la pena conocer las debilidades y fortalezas de los seres queridos para organizar las relaciones mutuas de la mejor manera posible. Aquí hay una tarea para toda la familia.

La experiencia de muchas familias demuestra que a veces es difícil encontrar armonía y entendimiento entre los abuelos, los padres del niño y el niño mismo. Las expectativas y necesidades de estas tres partes son ligeramente diferentes. No es fácil reconciliarlos.

Las relaciones entre hermanos nunca van a ser perfectas. Los hijos de los mismos padres son dos individuos. Es imposible prevenir los conflictos o asegurarse de que nadie sufra nunca. Lo que los padres y abuelos pueden hacer es mostrar a sus hijos formas de superar problemas comunes.

Los buenos consejos de los abuelos pueden ser muy útiles, o al menos vale la pena pensar en ellos. Si los padres los rechazan, deben comunicarlo de manera específica, pero tranquila y culta, y agradecer cualquier consejo a pesar del desacuerdo. Y los abuelos deben respetar las opiniones de sus padres.

Aquí hay un cuestionario para toda la familia. Primero, haz tus pruebas sin comunicarte. Luego, permita que todos marquen qué letra marcaron con mayor frecuencia: a, b, c, d. Lean juntos la solución.

Para mantener buenas relaciones familiares se necesita comprensión y paz. Pensando en el bienestar de los niños ante todo, el respeto mutuo, la conversación y el compromiso son la clave del éxito de toda la familia.

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