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La tristeza es uno de los estados emocionales básicos. Junto con la alegría, el miedo y la ira, forman la columna vertebral del mundo de las emociones humanas. A menudo, experimentar tristeza se asocia con sensaciones corporales, comportamientos o pensamientos característicos. Lo asociamos con un sentimiento de depresión, f alta de voluntad para ser activo y alejamiento de la vida social. También sucede que la intensidad con la que sentimos tristeza se convierte en dolencias físicas de carácter psicosomático.

Tristeza- cuando la experimentamos, suele ir acompañada de muchos sentimientos desagradables, muchas veces los motivos de la tristeza son situaciones que no nos gustaría vivir, por lo que parece natural para tratar de evitarlo o ignorarlo. Mientras tanto, el contrapeso natural a la tristeza es la alegría, tan deseada en nuestros tiempos. Es bueno estar feliz y lleno de energía. El mundo creado por los medios de comunicación y las normas culturales que cambian rápidamente favorecen la alegría, y su búsqueda se convierte en una prioridad. Entonces sentir alegría se convierte en "deber" y la tristeza se trata en términos de fracaso. Muchas veces llegamos a la conclusión de que si no sentimos felicidad, probablemente tengamos un problema, estemos “mimados”, que el estado natural debe ser la alegría y sus emociones. A veces no queda mucho espacio para la tristeza en nuestras vidas.

Sin embargo, para poder hablar de equilibrio interior, uno debe experimentar toda la gama de emociones y fortalecer la capacidad de distinguir y nombrar los estados que "fluyen" a través de nosotros. Es la capacidad de experimentar y experimentar todas nuestras emociones lo que hace que nuestra vida sea completa. Vale la pena que mires tus propias emociones. Comprueba lo que realmente sentimos, tal vez lo que solíamos llamar tristeza es en realidad ira, y lo que definimos como miedo es realmente tristeza. Muchas veces sucede que en el transcurso del desarrollo aprendemos a responder a un determinado estímulo con una emoción que no es la adecuada, pero por alguna razón, aunque en realidad no nos sirve, lo hacemos. Hay momentos en que a cada uno de nosotros nos cuesta nombrar lo que sentimos y las emociones que experimentamos son complejas. Una parte de la población tiene más dificultades para regular sus emociones que otra. Bajo su influencia, hacen y dicen cosas que afectan negativamente varias áreas de la vida, entre otras cosas, complican las relaciones y limitanactividades diarias, etc.

Vale la pena recordar que el mundo de las emociones es complicado. No enciende una emoción a la vez, por lo general lo que experimentamos es una compilación de diferentes estados de intensidad variable.

¿Por qué experimentamos tristeza?

Lo que nos suele causar ansiedad en relación con la tristeza son los pensamientos que la acompañan en gran medida: "¿Cómo pudo pasar esto?", "¿Por qué lo hizo ella?", "¿Por qué me pasó esto a mí?". Pensamientos de este tipo son naturales, pero sin embargo son un factor que “nos tira hacia abajo”, incita a la reflexión, arrastrándonos a una espiral de tristeza. Muchas veces entonces tratamos de darle sentido a lo que pasó, no siempre interpretamos correctamente las intenciones de los demás. Tratar de analizar las causas y cavilar una y otra vez nos distrae de lo que está aquí y ahora, de lo que podríamos estar haciendo por nosotros mismos en ese momento. Estar inmerso en la tristeza puede crear la impresión de que las cosas nunca mejorarán. La reflexión nos hace experimentar la tristeza una y otra vez, y al mismo tiempo nos aleja de lo que nuestro cuerpo realmente está tratando de decirnos. Es importante poder experimentar la tristeza incluso con los pensamientos que la acompañan, pero es importante que estos pensamientos no sean la única expresión de nuestra tristeza. Una cosa es sumergirse en la tristeza y otra vivirla con detenimiento.

Usualmente en un momento dado tenemos una emoción que domina, que es una reacción protagónica a algún factor específico. La forma más sencilla de entender el mecanismo de formación y funcionamiento de las emociones es comparándolo con una onda. La emoción aparece como una reacción al estímulo, su intensidad aumenta, alcanza su clímax y comienza a declinar hasta quedar relativamente tranquila. La consecuencia de esta ola puede ser varios tipos de comportamiento y pensamientos acompañantes. A veces sucede que estos comportamientos y pensamientos se convierten en el estímulo para desencadenar otra ola. Es importante recordar que ni la alegría ni la tristeza pueden durar indefinidamente en máxima intensidad. Esta puede ser una información valiosa, especialmente para aquellos que sienten que su dolor es tan grande que nunca desaparecerá, pero también una ducha fría para aquellos que están tratando de vivir en una alegría constante y abrumadora.

¿Qué nos da la tristeza?

Es extremadamente difícil sentir alegría sin sentirse triste. Son estos contrastes los que hacen que nuestra vida mental sea armoniosa. Vale la pena desarrollar una apertura a lo que experimentamos y lo que realmente nos sucede. Es la tristeza la que señala desde nuestro cuerpo que algo anda mal, que vale la pena cambiar algo. Quizá la relación en la que estamos va en la dirección equivocada, el trabajo al que dedicamos tanta energía y tiempo es demasiado estimulante y debería equilibrarse con un mayor tiempo de recuperación.O tal vez el equilibrio entre el trabajo y la vida privada se vea seriamente alterado, y la tristeza que lo acompaña, sin introducir cambios reales, no quiera desaparecer. Ignorar esta señal de alerta, que es un regalo de la madre naturaleza, no nos sirve.

A menudo tratamos la tristeza como una expresión de nuestra debilidad, un defecto, una señal de que algo anda mal con nosotros. Olvidamos que la tristeza puede ser una información valiosa, no un obstáculo para lograr nuestras metas.

La tristeza es a menudo una reacción de nuestro cuerpo no sólo a una sobrecarga excesiva, sino también a la enfermedad. Vale la pena convertirse en una inspiración para bajar el ritmo, cuidarse a sí mismo y a su salud, y mirar las necesidades que se deben cubrir. Nuestro bienestar nos proporciona mucha información valiosa, pero depende de nosotros si la leemos correctamente y cómo reaccionamos ante ella. Por eso, la próxima vez que, de repente, sin previo aviso, aparezca la tristeza, te animo a permanecer conscientemente en esta tristeza por un momento e intentar descubrir qué nos dice, qué hay detrás de ella.

No se trata de celebrar en exceso la tristeza, sino de aceptar que está ahí, de estar un rato en ella y de intentar descubrir qué hay detrás de esa tristeza. No tiene sentido engañarnos pensando que, como resultado de algún entrenamiento o terapia, será posible controlar cada emoción y cada reacción a ella. Por lo general, la disciplina excesiva de las emociones termina por cortarlas, y esto tiene poco que ver con la compostura y la armonía. Sin embargo, vale la pena esforzarse un poco para experimentar y reaccionar ante diferentes estados de manera más consciente, mientras aceptamos el ritmo emocional natural que experimentamos.

¿Cómo lidiar con la tristeza?

Cada uno de nosotros experimenta la tristeza de una manera diferente, nos entristece y reacciona de manera diferente. Se puede decir que tantas personas, tantas formas, por lo que vale la pena probar algunas de ellas antes de encontrar algo que se adapte a nosotros y nuestras necesidades. Pretender que la tristeza no existe no es una cura para la alegría. Vale la pena quedarse un rato en la tristeza, mirarlo y responder algunas preguntas:

  • ¿De qué se trata esta tristeza?
  • ¿En qué parte del cuerpo se siente que lo que estamos experimentando es tristeza?
  • ¿A qué se debe esta tristeza?
  • ¿Qué necesito en esta situación?
  • ¿Qué me ayudaría ahora?

No se trata de regocijarse en exceso en la tristeza o de dar vueltas y vueltas constantemente en la espiral de la desgracia. Pero se trata de permitirte experimentar esta emoción. Cuando tratamos de acercarnos conscientemente a la tristeza que sentimos, nos será más fácil recuperar el equilibrio. La tristeza puede ser causada por un evento específico, por ejemplo, la pérdida de un ser querido, dificultadesproblemas de pareja o de salud, entonces permitirte experimentarlo te permite experimentar duelo o una sensación de pérdida. La tristeza es muchas veces una información valiosa que nos brinda nuestro cuerpo. Experimentar tristeza "sin motivo" por lo general tiene un motivo. Descuidar las necesidades de uno durante demasiado tiempo, exponer el cuerpo a un estrés crónico o estar atrapado en una relación difícil, a menudo se vuelve triste después de un tiempo. El duelo es una luz de advertencia que no debe suprimirse ni ignorarse. La forma de equilibrar tus emociones no es fingir que no estás triste, sino escuchar y responder a la información que trae la tristeza, y cuidar el espacio de tu vida que ha usado la tristeza como mensajera.

Fortalecer la capacidad de sentirse triste conscientemente en lugar de detenerse en una historia relacionada con una tristeza específica puede ayudar a reducir el miedo a sentirse triste como tal.

La tristeza es una emoción que afecta nuestro cuerpo

No se puede negar que también existe una fuerte interacción entre la emoción y el cuerpo. Nuestra postura (pecho hundido, hombros caídos, etc.), el tono de voz y las expresiones faciales son expresión de la tristeza que experimentamos. Leer las señales emocionales puede ser difícil, y puede que le resulte más fácil detectar los síntomas que fluyen de su cuerpo. Por lo tanto, vale la pena echar un vistazo a tus emociones cuando:

  • aparecen dolores extraños, difíciles de identificar;
  • nuestra actitud comienza a ser diferente a la habitual;
  • movimientos lentos, evitando la actividad;
  • f alta de apetito o apetito excesivo;
  • el llanto o el bloqueo contra el llanto aparecen con más frecuencia de lo habitual, miedo a que si nos permitimos desgarrarnos, no seremos capaces de detenerlos;
  • f alta de energía, cansancio prolongado sin razón aparente, etc.

Afortunadamente, la relación entre el cuerpo y las emociones funciona como un circuito de retroalimentación, por lo que trabajar con el cuerpo, la terapia de movimiento, etc., puede ser una de las formas de recuperar el equilibrio.

Ser consciente de su propia tristeza es útil, pero vale la pena buscar el equilibrio en su alegría. Porque una vez que experimentamos la tristeza y "hacemos la tarea" que ha sido para nosotros, puede ser de ayuda para fortalecer aquellas áreas que nos dan una sensación de felicidad. Se trata de encontrar verdaderas fuentes de alegría después de experimentar la tristeza, no pretender que no se siente triste cubriéndola de alegría. Os animo a comprobar qué nos da placer, qué nos provoca una sensación de alivio y paz, y qué nos hace sentir eufóricos. Puede resultar que no hayamos sentido alegría conscientemente durante tanto tiempo que las respuestas a estas preguntas sean difíciles. Entonces te animopara la experimentación y su propia investigación. Es posible que descubra que la compañía de amigos solía ser una fuente de alegría, pero ahora puede ser ejercicio o meditación regular. Hay muchas formas de reconstruir el equilibrio después de experimentar tristeza, y vale la pena crear tu propia caja de herramientas para tu propio uso.

Importante

Tristeza y depresión

Estado de ánimo depresivo temporal, tristeza que va y viene es una experiencia natural de todo ser humano. La tristeza que aparece como consecuencia de un hecho concreto, por ejemplo, la pérdida de un ser querido, la separación, etc., es una respuesta adecuada del cuerpo y no debe preocuparnos por ello. Sin embargo, cuando esta condición se alarga en el tiempo, no podemos recuperarnos, o parece que ha aparecido sin motivo aparente, merece la pena consultar a un especialista. Cuando es difícil recuperar el equilibrio utilizando métodos que hasta hace poco se habían ido, aparece la impresión de que el estado de ánimo depresivo siempre nos ha acompañado o durará para siempre, una visita a un psicólogo puede ser de ayuda. La tristeza no es lo mismo que la depresión, pero cuando estás bajo la influencia de emociones fuertes, es difícil tener una visión clara de la situación. Por ello, hablar con un psicólogo, terapeuta o psiquiatra puede ayudar a descartar la enfermedad, facilitar la recuperación y examinar los mecanismos que acompañan a la tristeza.

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