Uno de los síntomas más angustiosos del COVID-19, la pérdida del gusto, es una entidad separada, no un efecto secundario de la pérdida del olfato. Y uno de los síntomas más comunes de la infección por coronavirus. Esto fue confirmado por una investigación realizada por científicos del Monell Chemical Senses Center en los EE. UU. Los resultados del estudio se publicaron en la revista Chemical Senses.
En el artículo, los científicos describieron un metanálisis de la frecuencia de pérdida del gusto en pacientes que padecen COVID-19. Este es el análisis más grande de este tipo hasta el momento, ya que cubrió hasta 241 estudios anteriores, publicados entre mayo de 2022 y junio de 2022. Un total de 139.000 personas participaron en estos estudios.
Según los científicos, 32.918 pacientes reportaron algún tipo de pérdida del gusto. El análisis muestra que la valoración global de la frecuencia de la pérdida de este sentido fue del 37%. "Entonces, aproximadamente 4 de cada 10 pacientes con COVID-19 experimentan este síntoma", dice el autor principal, el Dr. Mackenzie Hannum.
La pérdida del gusto ha sido reportada como uno de los principales síntomas del COVID-19 desde el comienzo de la pandemia. Se presenta en una variedad de formas: desde perturbaciones leves hasta pérdidas parciales y completas. A pesar de que es un síntoma molesto y bastante perturbador, los investigadores no supieron durante mucho tiempo si se trataba de un derivado de la pérdida del olfato o de una entidad patológica separada. Las dudas surgieron por el hecho de que antes de la pandemia, la pérdida "pura" del gusto era un fenómeno bastante raro y en la mayoría de los casos solo se asociaba con una alteración en la percepción de los olores, por ejemplo, con secreción nasal.
Después de analizar todos los datos, los investigadores de Monell también encontraron que la edad y el sexo tenían una gran influencia en la aparición de la pérdida del gusto. Las personas de mediana edad (entre 36 y 50 años) lo experimentaron con más frecuencia en todos los grupos de edad, y las mujeres más que los hombres.
Los científicos utilizaron diferentes enfoques para evaluar la pérdida del gusto: informes autodescriptivos o mediciones directas. "La descripción en sí es más subjetiva y se hace a través de cuestionarios, entrevistas y registros médicos", explica el Dr. Hannum. - En el otro extremo, tenemos las medidas gustativas directas. Estos son definitivamente más objetivos y se llevan a cabo con la ayuda de kits de prueba que contienen varias soluciones dulces, saladas, a veces amargas administradasparticipantes en forma de, por ejemplo, gotas o sprays".
Basándose en sus hallazgos anteriores sobre la pérdida del olfato, los investigadores de Monell esperaban que las pruebas directas fueran una medida más sensible de la pérdida del gusto que sus propios informes.
Esta vez, sin embargo, resultó que si el estudio utilizó autoinformes o mediciones directas, no afectó la frecuencia estimada de pérdida de sabor. En otras palabras: las mediciones objetivas directas y los autoinformes subjetivos fueron igualmente efectivos para detectar la pérdida del gusto.
"En primer lugar, nuestro estudio mostró que la pérdida del gusto es un síntoma real y claro de COVID-19 que no debe vincularse con la pérdida del olfato", enfatiza el coautor, el Dr. Vicente Ramírez. - Sobre todo porque hay una gran diferencia en el tratamiento de estos dos síntomas".
Los científicos enfatizan que la evaluación del gusto debe convertirse en una práctica clínica estándar, por ejemplo, durante los controles anuales de rutina. Es un síntoma importante de varios problemas médicos graves: además del COVID-129, puede ser causado por ciertos medicamentos, la quimioterapia, el envejecimiento, la esclerosis múltiple, ciertas enfermedades inflamatorias y vasculares del cerebro, la enfermedad de Alzheimer o incluso un derrame cerebral.
"Ahora es el momento de descubrir por qué el COVID-19 afecta tanto el sabor y comenzar a revertir o reparar las pérdidas que causa", concluyen los autores.